Pese a que en su día y con la antelación precisa Diem había cursado invitaciones a todos los CONs para que enviasen delegados al curso inicial, sólo veinticuatro países estuvieron representados en aquella primera sesión, y así, del bloque iberoamericano, figuraron Jorge de Hegedius y Miguel Gesto (Uruguay), Alfredo Omar Miri y Cristela Romero (Argentina), Renata Friedrich (Chile), Hilda Knosels (México) y Conrado Durántez (España). En realidad, del grupo iberoamericano participante sólo dos representantes habían sido inscritos por sus respectivos Comités (Miguel Gesto de Uruguay y Conrado Durántez de España), ya que el resto de los asistentes habían sido incorporados y facilitado su traslado a Olimpia por el profesor Diem, Director del Sport Auf Schule de Colonia, que había hecho una específica selección entre los alumnos de su facultad, buscando con ello la mayor presencia internacional posible en aquel primero y experimental curso de la Academia Olímpica Internacional.
Portugal se incorporó a la Academia en 1962, enviando dos representantes, los economistas Alejandro Pinto y Antonio Simoes, asistiendo a partir de ese momento a todas las sesiones de la AOI junto con España, la que desde la primera convocatoria siempre estuvo presente.
En la década de los sesenta la participación iberoamericana fue escasa y esporádica y así en 1965 asistieron por Chile la profesora de educación física, Frochlich Bohn, y por México la también profesora Lili Schlüter, no acudiendo ningún representante del grupo al sexto curso de la AOI en 1966, asistiendo en 1967 el mexicano José Manuel Puig, volviendo a ser total la ausencia americana en 1968 y comenzando a regularizarse la presencia de hispanohablantes de 1969 con la asistencia de los argentinos Hugo Tedín y Ricardo Borny, además del mexicano Héctor Chamorro así como también los argentinos Juan Carlos Bird, Mariano Giraldez y Evaristo Comesaña, que acudieron a la Sesión de 1970.
La reducida participación iberomericana en los iniciales cursos de la AOI estaba generada por una doble motivación. En primer lugar por el elevado costo de los pasajes, en razón a la larga distancia y también en gran medida lo motivaba la barrera idiomática al ser las lenguas oficiales de la AOI el inglés, el francés y el griego, obstáculo este para los hablantes ibéricos y que quedaba evidenciada por los apellidos de muchos de los participantes iniciales, que evidenciaba una ascendencia germano sajona que presuponía el correspondiente dominio de esas lenguas.
Desde 1963 se había creado dentro del organigrama del COI, una Comisión para la Academia Olímpica inicialmente integrada por el griego Jean Ketseas, pionero de la AOI, además del Marqués de Exeter, Giorgio de Stefani, Ivar Vindt, Armand Massard y Avery Brundage. El grupo en cuestión poco pudo hacer como eficaz soporte de la AOI excepto buenas palabras de aliento. Pero en 1978 el COI decidió prestar un mayor apoyo a las actividades de la AOI por la vía de la Solidaridad Olímpica que a partir de la fecha se hace cargo del coste del 50% del importe de los pasajes de dos representantes por país (hombre y mujer), así como el importe total de sus gastos de alojamiento, manutención y transporte en Grecia.
El definitivo apoyo así prestado a la acción de la AOI y la promoción de filiales en diversos países se opera como consecuencia de la 96 Sesión del COI habida en Tokio el 16 de junio de 1990, por la que modificándose la Norma 31 de la Carta Olímpica se introduce dentro del concepto genérico de obligaciones pedagógicas de los CONs el mandato específico que se consigna en el punto 2-1 en donde se expresa que...
Fomentarán sobre todo la creación y las Actividades de las academias Olímpicas Nacionales....
Los apoyos que progresivamente iba recibiendo la AOI en sus cometidos y la asistencia de representantes de los CONs a los cursos iniciales a Olimpia, motivó ante el entusiasmo provocado por las experiencias adquiridas que se intentara la creación en los países de origen de unas instituciones similares a la AOI con la que difundir, a nivel nacional, los principios olímpicos. La primera experiencia en este sentido fue la llevada a cabo en el Instituto Nacional de Educación Física de Madrid a partir de 1964, con la puesta en marcha de un Centro de Estudios Olímpicos, y la publicación en 1965, de un libro sobre la AOI por Conrado Durántez. El Centro en cuestión habría de generar la primera Academia Olímpica Nacional organizada y programada a imitación de la AOI y como colaboradora de aquella y así constituido en sesión solemne habido el 25 de noviembre de 1968 presidida por el entonces Presidente del COE, Juan Antonio Samaranch.
En la década de los ochenta, se inicia la creación de Academias Olímpicas en Iberoamérica con la fundación de las de República Dominicana (1980), Chile (1981), Argentina, Ecuador y Bolivia (1982), México y Uruguay (1983), y Perú (1984).